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“En la Argentina hubo un bache generacional: quienes vivieron entre 1960 y 1970 son indispensables para la universidad por la experiencia que recogieron en esos años difíciles del país”

Ley de jubilaciones docentes en la UBA.

– Cristina Pauli (CP): ¿Qué opinión le merece la decisión de la Universidad de Buenos Aires de desechar masivamente a docentes e investigadores que tengan más de 65 años?

– Mario Rapoport (MR): Conozco el tema. Esto no ocurre en otras universidades, donde te jubilás con más de 65 años. En el CONICET, por ejemplo, la jubilación es a los 67 y luego se puede tener un contrato hasta los 75 años. Es decir, esa disparidad en la administración pública no es concebible.

Yo creo que el tema esencial reside en que todavía algunas autoridades universitarias no se dieron cuenta, en principio, de que la gente vive más años y está más lúcida muchos más años. Y además en la Argentina hubo un bache generacional muy importante, de aproximadamente 30 años, que hace que no mucha gente formada en esa época esté en buenas condiciones para entender las problemáticas de esta época. Mucha gente formada en la época de la dictadura y del neoliberalismo, etc. Esto lo he notado en la gente que trabajaba conmigo. Yo en general he ido formado gente de acuerdo a los nuevos criterios de la democracia, la pluralidad, etc, y son personas que no tienen más de 40 años como máximo. Entre los 40 y los 50 o 60 años hay un bache, por lo tanto la gente que ha vivido entre 1960 y 1970 es indispensable para la universidad por toda la experiencia que han recogido en estos años difíciles de la Argentina.

Me parece que aprovechar la tribu de ancianos, como decían entre los Sioux, es fundamental. No hay que caer en la cuestión de la juventud, porque la juventud tiene cierta experiencia pero no la suficiente y es necesario seguir recurriendo a los viejos maestros mientras estén lúcidos. Además, si un presidente puede estar lúcido a los 70 u 80 años como suele suceder también lo pueden estar los profesores.

Situación del dólar en la Argentina.

– CP: ¿Qué opina sobre lo que está ocurriendo en nuestro país con los dólares?

– MR: Simplemente digo que en países muy cercanos a los nuestros, como Brasil por ejemplo, el mercado inmobiliario no es en dólares sino en reales. Y Brasil es una economía que tiene los mismos problemas que la Argentina en relación a la crisis mundial. Creo que es hora de pesificar la economía argentina. El dólar es una moneda que no se emite en el país. El mercado inmobiliario se transformó en un mercado simplemente para poder poseer dólares.

Por otra parte, los resultados que ha dado el dólar para aquellos que lo han tenido en el pasado fueron bastante pobres en muchos aspectos. En primer lugar porque hubo dos corralitos que atraparon los dólares depositados en los bancos: el de Erman González y el de Cavallo. Y luego porque muchos dólares fugados por argentinos en el exterior (sin hablar de las empresas multinacionales) seguramente tampoco les habrán dado buenos resultados. Sabemos que muchos han comprado propiedades inmobiliarias, por ejemplo en Miami; sabemos que muchos han invertido en acciones en títulos de empresas que se han ido a la bancarrota por la crisis; sabemos incluso que el famoso estafador Bernard Madoff se quedó con 500 millones de dólares de argentinos. De modo que tampoco es seguro con la crisis mundial que estamos viviendo tener dólares afuera, porque depositarlos o invertirlos no garantiza nada. Incluso se sabe ya que a partir de julio el comercio entre varios países asiáticos se va a hacer en las monedas locales. China hace mucho viene diciendo que es necesario salir del dólar como moneda internacional. Entonces, esta cultura por el dólar no garantiza mucho. Evidentemente la idea es zafar de alguna manera del proceso inflacionario. Pero la tenencia de dólares en sí no es una garantía para hacerlo, porque se puede perder también mucho.

Nosotros no emitimos dólares, por lo tanto cobramos en pesos y tenemos que comprar las cosas en pesos. Ese es el punto esencial de la cuestión del dólar.

– CP: Para cambiar la cultura del dólar, que tiene que ver también con algunos procesos históricos que hemos vivido, ¿qué habría que hacer?

– MR: Creo que primero hay que entender que el dólar como moneda internacional debe usarse para esos fines: en el comercio exterior, para movimiento de capitales externos, en nuestro caso para pagar la deuda que todavía debemos, para realizar algún tipo de inversiones a nivel internacional también. Pero no tiene que tener un destino interno. Porque además el problema es que si hay una demanda de dólares internos, porque hay mercados internos dolarizados (que no tendrían por qué ser así, porque el costo en dólares de construir una vivienda es cero), eso crea una demanda artificial de dólares que perjudica justamente al dólar necesario para el comercio exterior y para las actividades que tienen que ver con la economía internacional. Me parece que este es el punto esencial en esto. Y hay muchos argentinos que tienen dólares en el colchón, que nos los sacan, y que no sé qué han ganado en relación a otros rendimientos financieros en los últimos años donde el dólar ha mantenido más o menos su valor.

Entonces, me parece que hay sectores interesados en desestabilizar un poco la economía en momentos donde justamente la crisis internacional arrecia y nos toca más de cerca. Recordemos que en los años 30, cuando se produjo otra crisis internacional de esta envergadura (porque esta ya es una depresión), también los gobiernos de la época (que eran conservadores) aplicaron el control de cambios (a través de una comisión nacional de control de cambios) que duró 10 años. De modo que no es una novedad, es una manera de defender la divisa en momentos en que hay una cantidad de reservas muy importante en el Banco Central, al revés de lo que ocurría en 2001 y 2002 cuando la crisis provocada justamente por la dolarización nos produjo la situación que nos produjo.

Crisis en Europa.

– CP: ¿Cuáles son las perspectivas de esta crisis internacional?

– MR: Las perspectivas no son buenas, porque las políticas que se están aplicando en Europa son las mismas que se aplicaron en Argentina y nos llevaron a la crisis de 2001 y 2002. Yo creo que las perspectivas del euro son muy malas. El euro quedará para algunos países y los otros tendrán que irse del euro. Y en realidad les va a convenir, pero tienen miedo de salir del euro porque tuvieron sus ventajas. Aunque esas ventajas eran artificiales, porque por ejemplo la economía griega no estaba en condiciones de equipararse a la economía alemana pero tenían la misma moneda. Sin embargo, esa moneda no valía igual en Grecia que en Alemania: uno no podía comprar la misma cantidad de cosas en un lado que en el otro. O sea, había un razonamiento falso en toda esta historia. El Tratado de Maastricht no pudo igualar las economías de los distintos países, con iguales déficit fiscal, con iguales deudas, con iguales tasas de inflación, etc. La tasa de inflación en Grecia, por ejemplo, era cuatro veces la tasa de inflación en Alemania. Por lo tanto cómo iba a valer lo mismo en un lado y en el otro…

El drama es que ahora los países más fuertes, en especial Alemania, para tratar de mantener el euro obligan a estos países más débiles a aplicar políticas de ajustes, con rebajas de jubilaciones (que ya conocemos nosotros), rebajas de salarios, un aumento del IVA a un nivel excepcional del 23% que no existe en ninguna parte del mundo. Así pareciera que evidentemente van a terminar de ahogar al pueblo griego. Y yo creo que en ese sentido esta situación no va a durar mucho tiempo.

Hace cuatro o cinco años, en un programa que hicimos desde la Universidad de Buenos Aires y el CONICET con economistas franceses, justamente discutimos esta situación que ya se veía venir: la necesidad de que los países europeos recobrasen las monedas nacionales. Y fíjese que ellos tomaban como ejemplo las cuasi monedas argentinas, que ayudaron a monetizar a la economía del país en el momento en que la convertibilidad era un cerrojo que impedía tener dinero para gastarlo y consumir. Entonces, la situación que existe hoy en día en Europa es realmente muy grave y los economistas europeos están cada vez más convencidos de que el euro no va a resistir.

Estados Unidos también está pasando por una situación muy difícil. La desigualdad de ingresos en Estados Unidos se ha acrecentado notablemente, hay regiones muy pobres. Entonces, yo creo que es una crisis mundial muy seria, tan seria como la de 1929, y dentro de esta situación nosotros no estamos tan mal. Nosotros pasamos por cinco o seis años de crecimiento, que quizás podrían haberse aprovechado mejor, pero de todas maneras zafamos de los principales momentos de la crisis en 2008 y 2009. Y creo que la intención ahora es seguir zafando a partir de tener una moneda más soberana y no depender de los vaivenes del dólar que ya nos ha causado desastres. Porque recordemos que en los 70 nos han endeudado, hemos tenido una deuda externa impresionante y en los años 80 ellos han decidido aumentar las tasas de interés y hasta cuatriplicaron el valor de esa deuda provocando la crisis de la deuda en los países latinoamericanos. Es decir, dependíamos no del Banco Central argentino sino de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Y eso no está bien, no corresponde.