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Eugenio Raúl Zaffaroni escribe sobre la inhabilitación del Juez Baltasar Garzón

No se trata de saber si Garzón es de izquierda o de derecha, si coincido o no con lo que hizo, si el personaje me cae bien, ni nada por el estilo. Todas esas son consideraciones políticas opinables.

Si bien es deber de todo juez interrumpir la comisión de un delito continuado y ningún defensor puede ampararse en su condición para convertirse en una cómplice, casi todo en derecho es discutible y …tampoco es esta la cuestión decisiva.

El problema y el pésimo ejemplo que dio el Supremo español es institucional y nos atañe a todos los jueces del mundo que actuamos en el marco de estados de derecho democráticos.

Si según el Supremo la medida de Garzón era incorrecta, debió revocarla. Si el Supremo considera que la ley de amnistía prevalece y no deben abrirse las fosas, debió revocar las decisiones de Garzón.

Pero lo que el Supremo no debió hacer jamás –y allí finca la aberración- es imponerle una pena, porque eso es una violación flagrante a la independencia interna de los jueces.
Ningún Supremo puede ejercer una dictadura sobre los jueces de las otras instancias, que son tan jueces como ellos.

Eso es corporativismo, modelo judicial bonapartista, importa considerar a los otros jueces como sus empleados de menor jerarquía, sus amanuenses, a los que debe disciplinar cuando interpretan el derecho en forma que no les gusta.

Este es el pésimo ejemplo para todos los jueces del mundo y para todas las personas que defienden el estado democrático de derecho.

E. Raúl Zaffaroni