Kevin Axel Costa (Abogado y Docente UBA) retoma la problemática de la subjetividad neoliberal desarrollada en la clase de Ricardo Ferrari, desde una perspectiva histórica, política y militante.
El derecho surge de la confrontación de ideas políticas y las normas pueden actuar como legitimantes de ciertas conformaciones de subjetividad. Es decir que las normas no son neutrales, sino que se construyen a partir de ciertas cosmovisiones del mundo, del país, o del trabajo.
A la hora de abordar al neoliberalismo nos encontramos con dos grandes dicotomías: individuo y sociedad, y mercado y democracia. El origen de estas dicotomías nos remonta al origen de la democracia en la antigua Grecia y a la constitución de la polis, como primer ámbito de participación societaria. Es aquí donde se establece la primera distinción entre el individuo como ser aislado, y lxs sujetxs integradxs a una sociedad.
En cambio, en las monarquías absolutistas el poder político y el económico estaban concentrados en una misma figura, que a su vez configuraban un tipo de sociedad dividida en estamentos. Este esquema se empieza a resquebrajar con las diferentes revoluciones que se suceden desde el siglo XVII hasta el siglo XIX. El esquema del antiguo régimen se debilita a partir de la irrupción de las ideas liberales del iluminismo. Este primer liberalismo fue impulsado por sectores de la burguesía, que pese a tener mayores recursos económicos no podían acceder al poder político. Cuando se rompe el régimen estamental y se habilita cierta movilidad social, se introducen también nuevos conceptos como la idea de competencia, libre mercado y la idea de limitar el poder a través del derecho constitucional.
Por otro lado, la idea de libertad política es fundamental para el proceso de cuestionamiento al antiguo régimen, tanto como la idea de libre competencia. En cambio, el neoliberalismo pone el acento en la libertad económica, pese a que Adam Smith ya advierte sobre la necesidad de un Estado que regule esta competencia y permita la existencia de la misma. “El Estado mínimo de los liberales, no es un Estado inexistente, sino que se trata de un Estado que permita que se sostenga el mercado”, sintetiza Axel. A partir de la irrupción del liberalismo clásico, es el Estado el que limita el poder absoluto de los nobles a través del derecho y se empiezan a discutir las cuestiones públicas desde la economía. De este modo, el Estado pasa a ser el garante del mercado y quien garantiza los derechos esenciales para el funcionamiento de la libre competencia.
Este recorrido histórico nos permite atender a las diferencias entre los pilares del liberalismo clásico y los discursos libertarios que circulan en la actualidad. El surgimiento del neoliberalismo desplaza la idea de un Estado benefactor, a la vez que pondera al individualismo. De este modo se desdibuja la vieja dicotomía entre individuo y sociedad, negando la posibilidad de conflicto político, en tanto solo existe una masividad de sujetxs aisladxs.
Las ideas del neoliberalismo tienen una enorme injerencia porque benefician a los sectores que concentran el poder y tienen capacidad de construir el sentido común y la subjetividad, a pesar de apoyarse en argumentos fácilmente rebatibles teóricamente. Además, el neoliberalismo como ideología ha coincidido históricamente con el capitalismo del consumo, que necesita que los individuos se endeuden, y con la irrupción de lo que se conoce como la “sociedad líquida”. Este concepto fue desarrollado por Zygmunt Bauman para referirse al carácter fluido y cambiante de la vida en las sociedades contemporáneas, que conlleva a una mayor individualización de lxs sujetxs.
En el caso de nuestro país, encontramos que la tensión entre individuo y sociedad persistió a lo largo de diferentes periodos, permitiendo la emergencia de movimientos de signo popular. Pero con el advenimiento de la dictadura cívico militar, que llevó adelante un proceso económico regresivo del aparato productivo y la desaparición forzada de 30 mil personas, se consolidó una subjetividad del “no te metás”. El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 se caracterizó por imponer la cosmovisión de una sociedad individualista, utilizando la doctrina del shock como herramienta. “En América Latina el neoliberalismo se impuso a fuego y sangre y la penetración en la subjetividad se impuso a través del miedo” concluyó Kevin.
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