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Eugenio Raúl Zaffaroni y Graciela Morgade en la Facultad de Derecho

El jueves 16 de marzo nos encontramos para debatir junto al Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni (profesor emérito de la UBA y ex juez de la Corte IDH) y a Graciela Morgade (vice decana de la Facultad de Filosofía y Letras) sobre el rol de los derechos humanos en nuestro país en el contexto actual. El evento contó con la presencia de nuestro secretario general, Pablo Perazzi, nuestra secretaria adjunta, Belén Sotelo, miembros de la comisión directiva y de la comisión interna de la Facultad de Derecho, además de estudiantes, graduadxs y docentes de la UBA.

Tras la presentación de nuestro compañero Federico Paurolo, delegado general de FEDUBA en la Facultad de Derecho, Morgade hizo hincapié en la potencia para defender las transformaciones que ya se han logrado en materia de derechos humanos. Además, llamó a pensar acerca de la penetración de las redes del narcotráfico entre les jóvenes pero también a la actual tendencia de acudir al punitivismo y a la crueldad como respuesta principal.

En relación al atentado a Cristina Fernández de Kirchner recordó como Sabag Montiel volvió a decir públicamente que la hubiese matado, sin embargo estas declaraciones no generaron un nivel de repudio colectivo a la altura de la violencia de su discurso. “Los discursos de odio se multiplican y no contamos con herramientas de regulación que puedan poner un coto” sintetizó.

En esta misma línea se refirió a la necesidad de crear espacios de escucha para les jóvenes, que son el grupo más excluido del mundo del empleo formal. “Los derechos humanos, por lo menos en el campo educativo, tienen que estar atravesados por el modo de dialogar con les jóvenes. No obstante, sigue en pie la apropiación de las políticas de memoria, verdad y justicia desde el sector docente. La escuela sigue trabajando por la transmisión de la memoria, la lucha contra el terrorismo de estado y la ampliación de derechos” remarcó.

Para finalizar hizo alusión a la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) como un logro de articulación entre la sociedad civil y la política, en tanto se constituye como un derecho que les jóvenes demandaron y los estados atendieron. Además, advirtió sobre aquellos discursos de odio que pregonan una construcción simbólica de un “otro” que debe ser exterminado y el desafío de desactivarlos a partir de las militancias políticas, sociales y artísticas y profundizar los derechos humanos.

A su turno Zaffaroni comenzó su exposición explicando que los derechos humanos pueden considerarse positivizados a partir de los años 70, con “la creación de una suerte de ciudadanía planetaria entendida como un mínimo de derecho que le incumbe a cada ser humanos, sin importar su nacionalidad, orientación sexual, ni biología”. No obstante, hay una distancia entre el deber ser y el ser.

Por ello es necesario preguntarnos si en oposición a aquella idea de una ciudadanía universal nos encontramos con la derecha o con el colonialismo, que actualmente y como modo de explotación adopta la forma de colonialismo financiero. Este escenario se conjuga con el endeudamiento y la creación de una realidad única a través del monopolio de los medios de comunicación, situación incompatible con la idea de una democracia plural. “Hay una manipulación de las cúpulas de los poderes judiciales, que no se da solo en Argentina, sino que es una agresión regional y se configura como una guerra hibrida” agregó.

Recalcando que la polarización se da entre soberanía y colonialismo, explicó que tenemos un capitalismo derivado que no se expande del centro a la periferia, ni conlleva una acumulación originaria. “Hoy la ideología contraria a los derechos humanos es el liberalismo” concluyó. Y agregó: “En toda pulsión por el avance del ser hacia el deber ser en materia de derechos humanos estará siempre la resistencia de los privilegiados del status quo y del destino de esta lucha dependerá la supervivencia del ser humano. Ahora se ha sumado una nueva condición que es el deterioro de las condiciones de habitabilidad humana en el planeta”

Al cierre resaltó la importancia de fortalecer un derecho que contenga a la violencia represiva, que no elimine los datos de la realidad social y continúe peleando por la eficacia de las normas de máxima jerarquía del derecho positivo, tales como las normas constitucionales y los tratados internacionales de derechos humanos.