En «Cenizas Quedan» se recordó a la Fundación Eva Perón como un superministerio capaz de actuar con rapidez en áreas sociales, sanitarias, laborales y educativas. Desde sus comienzos improvisados, procesaba 15.000 cartas diarias, enviaba trenes sanitarios, imprimía apuntes universitarios y atendía necesidades que el Estado tradicional no veía, mostrando un Estado cercano al territorio y enfocado en soluciones directas.
Entre sus iniciativas más destacadas estuvieron los hogares de tránsito, espacios de lujo y dignidad para mujeres vulnerables, y la distribución masiva de juguetes cada Navidad y Reyes, consolidando a la fundación como un símbolo de movilidad social, derechos y presencia estatal que aún hoy genera debate.

