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Enseñanza de matemática on line: todo lo que ya hice mal

Les compartimos una reflexión de nuestro compañero de FEDUBA y profesor del departamento de matemáticas de Exactas, Pablo Groisman acerca de su experiencia en el dictado de una materia en modalidad virtual.

Siempre manteniendo como prioritaria e indelegable la defensa de nuestros derechos como trabajadorxs queremos compartir experiencias e intercambiar conocimientos que nos ayuden a transitar este momento tan particular.

Pensaba pasar este cuatrimestre como profesor visitante en New York University at Shanghai. Las clases presenciales debían empezar el 3 de febrero, pero por las causas que todos conocemos, debieron suspenderse y empezamos en formato on-line el 17 del mismo mes. No llegué a viajar a Shanghai, pero estoy dando el curso de Análisis Complejo que había planeado desde Buenos Aires, aprendiendo de qué se trata esto del on-line sobre la marcha. El curso tiene 15 alumnos con una fuerte formación matemática. Arrancamos hace un mes y medio, así que ya tenemos algo de experiencia. Acá vengo a contarles todo lo que hice mal.

  1. Tiempo. Subestimé el tiempo que debía dedicarle a la preparación del curso on-line. Penśe que iba a ser el doble del que suelo dedicar para un curso común. Fue mucho más. Acá cometí varios errores. a) calculé mal el tiempo que me iba a tomar aprender a usar las herramientas, decidir qué usar, qué no usar y cómo usarlo; b) asumí que las cosas no iban a fallar (el software, la conexión a internet, mi compu, etc.); c) subestimé el tiempo que lleva preparar las diapos + grabar audio y escribir arriba de ellas; d) pretendí que la clase salga pipí cucú (con pipí alcanza).
  2. Cantidad de material. Me sobre entusiasmé con la cantidad de material que podía dar por clase. En el tiempo que dura una clase tradicional lograba meter mucho más, ¡Y estaba contento con eso! Mal. Muy mal. Hay que bajar un cambio. No más de 15 o 30 minutos por sesión dicen los expertos.
  3. Contexto. Subestimé la situación que estaban atravesando mis estudiantes. Esto en parte me pasó porque ellos estaban en China en cuarentena mientras que en Buenos Aires seguíamos nuestra vida como si nada. Cuando la cuarentena llegó a casa, tomé conciencia real de lo que estaban viviendo.
  4. Lo que perdemos. Pensé que una clase on-line bien preparada podía hacerle sombra a una presencial. Obviamente son cosas distintas, pero entre ventajas y desventajas pensé que podíamos salir hechos. Todavía no logré responderme esa pregunta, pero por ahora mi respuesta es un gran ¡no! Paso a contar dónde creo yo que está la gran pérdida y dónde creo que debemos enfocar nuestros esfuerzos para morigerarla: el feedback. En una clase presencial no sólo podemos hacer preguntas sobre lo que estamos contando, consultar si se entendió, si hace falta repetir, etc. ¡Podemos ver las caras de las y los estudiantes! “Ver” en sentido amplio, más allá de lo literal. Las caras lo dicen todo. Eso es oro puro que estamos perdiendo. ¡Todo lo que transmite la expresión de la cara! Y además tenemos el monopolio de su atención, o casi. En la on-line se diluye mucho más.
  5. Feedback. Asumí que lo que yo emitía y lo que las y los estudiantes recibían era la misma cosa. Eso es recontra falso, incluso en las presenciales, pero en el on-line aún más. Para explayarme, vale la pena primero detenernos a separar los dos grandes paradigmas: sincrónico vs. asincrónico.

Sincrónico: la clase transcurre en tiempo real, por ejemplo por videoconferencia (zoom, hangouts, etc.). Nosotros hablamos, pero quien recibe puede estar en situaciones muy diversas: mirando en un celu con datos o en una compu compartida; en un cuarto privado o en el comedor de un dpto pequeño donde convive con hermanos, padres, tal vez tíos y/o abuelos. Todos impacientes porque están encerrados hace tiempo, y todos queriendo usar la compu. Se pierden muchas cosas en el camino. Además la conexión puede (suele) irse de a ratos y con ella parte de la clase que puede ser determinante.

Asincrónico: La clase está subida y los estudiantes pueden verla (e interactuar, dependiendo de la plataforma) en cualquier momento (por ejemplo cuando la casa está más tranquila, tal vez a la 1am, que es un buen horario para los más jóvenes). Tiene muchísimas ventajas. Los estudiantes pueden pausar y volver cuantas veces quieran. Si hay problemas de conexión, no se pierde nada. Sólo hay que tener paciencia. Gran desventaja: les “vemos las caras” incluso menos todavía.

Yo estoy haciendo asincrónico para la mayor parte de las clases con una plataforma (VoiceThread) que permite participación e interacción con y entre los alumnos, pero no logro saber qué está pasando por sus cabezas. Estoy muy lejos de eso. Mecho con zoom para poder verles las caras, aunque sea un poquito.

La lista sigue, pero paro acá así no se hace muy largo. Una últimas cosa:

Si para el Corona la onda es testear, testear y testear, humildemente creo que en lo que se nos viene con el on-line la clave va a ser feedback, feedback, feedback.

 

Fuente: https://medium.com/@pgroisma/ense%C3%B1anza-de-matem%C3%A1tica-on-line-todo-lo-que-ya-hice-mal-588561e1fbdb