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Universidad y patriarcado

El miércoles 25 de agosto se realizó el segundo conversatorio del ciclo de encuentros para el debate «Democrática, popular y feminista: La universidad que queremos» organizado por el IEC – CONADU. En esta edición, participaron Graciela Morgade (UBA), Sandra Torlucci (Ruge/UNA), Érika Moreno (UNTDF), Andrea Torricella (UNMDP), Alejandra García Vargas (UNJU/UNSA) y Néstor Artiñano (UNLP).

Graciela Morgade, actual Subsecretaria de Participación y Democratización Educativa en el Ministerio Nacional de Educación, y Ex Decana de la Facultad de Filosofía y Letras propuso interrogarnos por la formación docentes en las universidades. Para enfatizar este punto, subrayó que pese a los 15 años que transcurrieron desde la votación de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral aun no hay una mirada unívoca respecto de si la ESI alcanza o no a la formación docente universitaria. De este modo evidenció las complejas relaciones entre la autonomía universitaria, la libertad de cátedra vinculada con esa autonomía y las leyes nacionales. “Si bien encontramos cátedras puntuales y seminarios optativos, hay una escasa presencia de una formación en género basada en los Derechos Humanos. Las encuestas a estudiantes de profesorados revelan la falta de preparación para enseñar contenidos con perspectiva de la ESI” planteó.

Nuestra secretaria de finanzas, Belén Sotelo (Coordinadora de actividades académicas del IEC) se refirió al desafío de pensar la organización colectiva y vehiculizar una lógica que tienda a romper con las fuertes tendencias individualizantes de la política académica. En ese sentido describió a la experiencia del UBAFEM, el primer encuentro de profesoras de la UBA, que se produjo con el objetivo de establecer lazos y articular experiencias concretas. “La pandemia agudizó la urgencia de ocuparnos de las desigualdades, pese a que siempre estuvieron presentes y que también atraviesan a la universidad. Este espacio es una apuesta a fortalecer las redes y la mirada federal” concluyó.

Por su parte, Yamile Socolovsky (Directora del IEC CONADU) enfatizó en la importancia de instalar la problemática que da nombre a este encuentro, para desplegar esta agenda de debate que también es militante. “Nos convocamos a discutir en el marco de esta charla bajo la idea de que necesitamos seguir identificando las claves de la desigualdad, las formas de la exclusión y las violencias que allí se anidan, dentro de la universidad pero también en las trayectorias anteriores y en las que la preceden” detalló.

A su turno, Andrea Torricella afirmó que la universidad tanto como el sistema científico son instituciones patriarcales, por lo que es necesario transformar estos espacios que también construyen nociones de género, y pensar formas de sexualidad pluralistas. “Es a partir del concepto del patriarcado que podemos pensar en una dimensión de opresión estructural, por lo que percibir esas violencias ya es en sí mismo una labor política” remarcó.

Alejandra García Vargas hizo hincapié en la estructura patriarcal de la universidad, que se discute permanentemente y describió la incidencia transformadora de la Universidad Nacional de Jujuy en el conjunto de lo social. “Las universidades cumplimos un rol activo en términos de la elaboración de las representaciones colectivas, proponiendo sentidos en relación al género y a la sexualidad. De este manera participamos activamente en esas tensiones que tienen que ver con los modos de definir históricamente a les sujetes” explicó.

Érika Moreno, impulsora del cupo laboral travesti/trans en el sector docente y no docente, citó a Lohana Berkins: “Cuando una travesti entra en la universidad, le cambia la vida a esa travesti. Muchas travestis en la universidad le cambian la vida a la sociedad”. Recordó el acompañamiento de los sindicatos y centro de estudiante para una inclusión con perspectiva transfeminista. “Nosotras, que venimos de un sector invisibilizado, somos docentes socioculturales, porque vemos a la sociedad desde otro punto de vista por todas las vicisitudes que atravesamos” enfatizó.

Néstor Artiñano centró sus aportes en la idea de la deconstrucción, que tiene que ser extensiva a toda la sociedad y pensarse como un proceso que se debe desarrollar en todos los niveles. Si bien las transformaciones son paulatinas, es necesario “superar la exigencia individual hacia los varones heterosexuales para poder también demandar cambios en las organizaciones, en instituciones, en los distintos niveles del Estado y en los medios”.

Sobre el final, Sandra Torlucci propuso pensar en la dupla universidad/patriarcado como eje de otras relaciones tales como universidad y saber, o saber y poder. En concordancia con el resto de las exposiciones advirtió el carácter patriarcal de la universidad “que nunca se deconstruyó”. Además, hizo alusión a como las artes fueron contempladas en el sistema universitario tras una fuerte presión desde las bases, lo cual es una “muestra de lo jerarquizante, meritocrático e injusto que es el sistema universitario. Esta condición se relaciona con las mismas cuestiones epistemológicas, atravesadas por jerarquías patriarcales, que inhabilitan a las emociones como parte de la producción de conocimiento.”

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