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Clase abierta del ITD: Políticas de ciencia, tecnología e innovación

Este viernes 27 de agosto se realizó una nueva clase abierta del ITD a cargo de Dr. Jorge Aliaga (Físico, investigador del CONICET y Secretario de Planeamiento y Evaluación Institucional UNAHUR). En la actividad participó nuestro Secretario General, Federico Montero, quien agradeció y destacó el compromiso de Aliaga para desarrollar esta iniciativa que es un “híbrido entre ciencias sociales y ciencias exactas, para pensar el rol de la producción de conocimiento”.

Jorge Aliaga se refirió a como durante los últimos años se abocó a estudiar las políticas económicas que generaban un desfinanciamiento y subvaloración del sector científico tecnológico. Para ello necesitó recopilar datos sobre la evolución del presupuesto destinado a investigación, desarrollo, y a las universidades.

Si bien se suele afirmar que los países con mayores valores destinados a tecnología cuentan con un financiamiento del sector privado, se debe tomar en cuenta que el salto mayor de inversión para alcanzar dicho nivel se logró gracias al poder de compra del Estado y sus políticas pública.

En nuestro país, si observamos la evolución histórica de la cantidad de investigadores de los últimos años, es notorio el cambio a partir de los años 2000 con la expansión del CONICET y el aumento de las becas destinadas a la realización de doctorados. Al mismo tiempo se observa un fuerte crecimiento en la inversión destinada a las universidades, concentrada en la educación más que en la investigación.

A partir del año 2015, durante el gobierno de Cambiemos, la inversión en Ciencia y Tecnología bajó notablemente, pese a haberse prometido en campaña un aumento del 1,5% en relación al PBI. Si observamos la evolución del presupuesto nacional, hasta el año 2020 hubo una reducción muy fuerte en lo que se destina para pago de deuda y un aumento muy direccionado al área de ciencia y técnica relacionada con salud. Del mismo modo, si atendemos a cuánto se destina del presupuesto en torno a las distintas finalidades y funciones, es evidente que hubo un redireccionamiento para cubrir los problemas urgentes relacionados con la pandemia.

Con respecto al Ministerio de Ciencia y Tecnología, que fue llevado a Secretaría por el gobierno anterior, encontramos un alza importante de fondos en este último año, al igual que para la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Con respecto al CONICET se recuperaron parcialmente los gastos de funcionamiento mientras que la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y el ANLIS Malbrán obtuvieron un aumento considerable.

El año pasado se aprobó finalmente una Ley de Financiamiento de Ciencia y Tecnología en Argentina, que fija una escala progresiva de aumento de los recursos al área, del actual 0,28% del Producto Bruto Interno (PBI) al 1% para el 2032. También establece objetivos tales como que el 20% de los recursos incrementales tienen que destinarse a programar federales. “Hay dos artículos interesantes respecto a esta ley. Por un lado se garantiza que si baja el PBI, no baja la inversión y además se establece que cualquier nuevo organismo que se cree deberá estar acompañado de una propuesta presupuestaria” afirmó.

Asimismo, durante este periodo se decidió retomar el plan de INVAP para construir el satélite ARSAT 3 que había sido interrumpido en el gobierno anterior, ignorando la Ley del desarrollo satelital argentino. También se implementó un plan de fortalecimiento de las universidades del bicentenario, a través del programa de evaluación institucional con financiamiento social y se firmaron acuerdos para articular los Ministerios de Salud y de Ciencia y Técnica. Por último se lanzó un plan para incorporar a mil científicos y científicas mediante convocatorias anuales a organismos de ciencia y técnica, como la CONAE o INTA, además de la convocatoria para ingresar a la carrera de investigador del CONICET.

A modo de cierre, Aliaga explicó lo acontecido a partir de la pandemia y como el Estado reformuló los planes y realizó una enorme inversión en la economía, especialmente en el área de salud. “Hubo una respuesta muy rápida del sector científico a la convocatoria de la Agencia I+D+i que seleccionó 64 proyectos mientras el COFECyT financió 134 proyectos más. De este modo se pudieron desarrollar kits de diagnósticos, plasmas, medidores de dióxido de carbono, barbijos y vacunas” detalló.

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