Compartimos la nota de nuestro compañero Adelqui del Do publicada en Contraeditorial sobre el estremecedor hallazgo de un campo de concentración creado por una banda de narcotraficantes en Jalisco, México y las similitudes y diferencias con los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio en Argentina.
Hace días asistimos a un hallazgo extremadamente macabro en México, un campo de concentración creado por una banda de narcotraficantes. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, calificó los hallazgos como “terribles” y que deben ser “profundamente investigados”.
Huesos quemados, ropa, zapatos, bolsos y cartas de despedida son algunos de los hallazgos que hizo el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco en el Rancho Izaguirre, en el oeste de México. Dicho colectivo, de familiares de víctimas, se dedica a buscar a personas que han desaparecido por la violencia narco y denunciaron que el lugar operó como un “centro de reclutamiento y exterminio”.
Fábrica de asesinos
En ese lugar al que llamaban “La Escuelita”, porque se “entrenaban” a los próximos sicarios, muchos reclutados con falsas promesas laborales. Enseñaban sobre manejo de armas, técnicas de combate y fabricación de explosivos, pero también desmembrar y desaparecer seres humanos. Todo en condiciones inhumanas.
Varios testigos afirman que los reclutas eran forzados a pelear entre sí, soportar castigos extremos y, en la prueba final, consumir carne humana. Quien no pasaba las pruebas, era ejecutado e incinerado.
“Todos los días nos pegaban por cualquier cosa, así nos mantenían con miedo. Desde que llegamos lo primero que te hacen, luego de que te desnudan, es agarrarte a tablazos”.
Ahí no hay ‘no puedo, no quiero’. ¡Nada! Si te mandan por un papel de baño o te piden torturar a tu compañero, lo tienes que hacer. No hay más oportunidades”.
Una maquinaria brutal y perfecta de deshumanización. Quitar de esas personas todo rasgo de humanidad y empatía, para que puedan ejecutar cualquier tipo de crimen.
Otro dato aterrador es que el Rancho Izaguirre era también un crematorio clandestino, donde desaparecían los cuerpos de quienes no atravesaban el horror.
Campos de concentración
Los campos de concentración fueron lugares de tortura y de terror de los nazis entre 1933 y 1945. Los campos de exterminio se crearon con la única finalidad de llevar a cabo de la manera más eficaz posible, el asesinato masivo de seres humanos. Estos campos representaron la industrialización de la muerte.
Nikolaus Wachsmann (2017) en su libro, Una Historia de los Campos de Concentración Nazi, describe como los campos combinaron la explotación industrial del trabajo esclavo con el exterminio de 2.000.000 de seres humanos. Su investigación es un descenso a los infiernos, donde el horror, la crueldad y la muerte constituyen la “técnica” de la lógica del campo.
Auschwitz fue uno de los más grandes campos de exterminio nazis. Un lugar donde más personas fueron asesinadas. Era un campo de concentración, un centro de exterminio y un complejo de campos de esclavos.
Centros clandestinos de detención en Argentina
Nuestro país tuvo sus propios “campos” durante la última dictadura cívico militar, la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) fue el más emblemático, donde se mantuvo en cautiverio a alrededor de cinco mil personas que fueron secuestradas por las Fuerzas Armadas, convirtiéndose en el mayor centro clandestino de detención y desaparición de personas de nuestro país.
En el año 2023 fue declarado por la Unesco Patrimonio Mundial de la Humanidad. Lo consideró un “lugar con un valor universal excepcional” y “un símbolo del terrorismo de Estado”.
A diferencia del campo de concentración encontrado en México, en nuestro país los cuerpos no solían ser quemados, se los arrojaba al rio de La Plata en los llamados vuelos de la muerte. En Auschwitz se usaron 52 hornos en 5 crematorios.
Los criminales creen que sin cuerpo no hay delito, por eso su desesperación y creatividad por desaparecer los cuerpos.
Estado de excepción
La particularidad del campo de concentración, que lo distingue de otros dispositivos de encierro, es que allí solo prima la arbitrariedad del “soberano” frente a una ausencia total de una legalidad establecida. Giorgio Agamben (2004) define, esta operación como la suspensión del orden jurídico, donde las vidas pueden ser matables sin que ello implique un delito.
En el campo, la ausencia de Ley es la norma, cualquiera puede morir en cualquier momento sin ningún tipo de justificación. En palabras de Fernando Ulloa (2020) la víctima depende por completo, para dejar de sufrir o para sobrevivir, de alguien a quien rechaza totalmente. La encerrona trágica de dos lugares fijos, sin tercero de apelación. El paradigma del desamparo cruel.
Sin duda, cabe la pregunta sobre la perdida de todo tipo de humanidad en estos lugares, la experiencia de Auschwitz lo pone en relieve, con aquellos prisioneros que perdían la función simbólica.
Bruno Bettelheim, sobreviviente de los campos Dachau y Buchenwald, planteo que “si se quiere sobrevivir como humano, envilecido, tal vez degradado pero humano al fin, es preciso tomar conciencia del punto de no retorno individual, más allá del cual no se debía ceder frente al opresor.”
Lo innovador y llamativo del lugar encontrado en México es que no es un Estado quien secuestra, tortura y desaparece, sino bandas criminales dedicadas al narcotráfico. Incorporaron el modelo del campo de concentración para crear asesinos implacables. Deshumanizar para crear máquinas de matar y el que no se lo tortura y quema en los hornos.
El campo de concentración como un dispositivo de adiestramiento del crimen organizado es una herramienta nueva, no vista antes. Un despiadado dispositivo de terror que reduce lo humano a la servidumbre y la obediencia absoluta. Una violencia organizada para hacer sufrir a otros sin conmoverse y sin ningún tipo de piedad.
Primo Levi, sobreviviente de Auschwitz, dijo que la crueldad no es innata, sino aprendida, tal vez con la esperanza de que se pueda desaprender. Pero seguramente nunca imaginó que todo ese horror del campo de concentración iba ser usado para crear despiadados asesinos del crimen organizado.